Elogio del piropo: Hoy el post lo hace Jack Celliers

Se realizó en varias ciudades de nuestro país la denominada “Marcha de las putas”; originada en Canadá a partir del movimiento llamado Hollaback, se fue expandiendo por el mundo con el loable propósito de defender a las mujeres de los acosos callejeros y toda discriminación por causa de género (ver esta entrevista a la representante local Inti María Tidball-Binz).

Lamentablemente y en demasiadas oportunidades bajo generosos propósitos se esconden otras discriminaciones e inclusive odios de género pero a la inversa, donde se llega a estupideces tales como considerar a TODO piropo como una agresión per se, sin discriminar si el mismo es bello o realmente agresivo; es más, ni siquiera se quedan con el calificativo de agresión, sino que directamente es violencia. Al respecto leemos a Melina, una de las organizadoras de la marcha en la ciudad de Rosario:

“(el objetivo de la marcha) es repudiar todas las formas de violencia sexual y de género y sobre todo las justificaciones, porque las víctimas no son responsables ni culpables de la agresión. Ninguna persona es merecedora de ningún tipo de agresión por cómo se viste, cómo camina y adónde trabaja. Exigimos respeto por el otro. Es la base de la educación. Naturalizar estos tipos de violencia nace de la sociedad machista en la que estamos y la doble moral que hay... cuando una quiere hacer una denuncia te preguntan qué tenías puesto..."

¡Bien! ¿Qué ser humano medianamente normal discreparía con esos enunciados? Pero nuestra amiga Melina no se queda en eso y lo extiende mas allá:

“(los piropos) también son violencia, son un acoso callejero (…) Está muy naturalizado, nos hemos acostumbrado a este tipo de acoso; pero nos parece que no tiene que ser así, tiene que cambiar y todos somos responsables, por eso insistimos con que ésta no es una marcha de mujeres contra los hombres, sino de la sociedad para con la sociedad"

Para contestar a este insólito y tonto lugar común, que se ha transformado lamentablemente en discurso dominante y el que ose criticarlo pasa a la categoría de primate violador en potencia, recordé un excelente post del blog Jugo de Ladrillo, donde desde una posición marxista -que vale recordar fuimos los primeros en luchar contra las desigualdades y no sólo de clase (que es la contradicción fundamental), como bien lo señala Terry Eagleton- Jack Celliers hace las más inteligentes y ácidas críticas que he leído al tóxico caramelito identitario llamado feminismo. Leemos:

 

Elogio del piropo

Persistiendo con esta mala costumbre de deleitar el morbo frente a la consagrada estupidez, vamos a encarar otro valioso aporte progre al malestar de los seres humanos. Página/12 (25/01/10) continúa con su campaña “Si Tienes Pene, Malo Eres”, con la que machaca el cráneo del sufrido lector masculino heterosexual, ambas condiciones merecedoras del más enérgico repudio ¿No lo creen? Ja, sigan leyendo amiguitos.

I - Frivoludeces

Se trata de otra habitual ignota que sin embargo es una de las mayores expertas en temas de género y derechos humanos de las mujeres a nivel regional e internacional, presentación que –lo prometo– se justificará largamente. La periodista Mariana Carbajal, que sirve habitualmente este tipo de platos, nos asegura de entrada una mirada rigurosa y ayuna de toda frivolidad:

Es imposible no fijar la vista en sus anteojos: tienen marco turquesa y patillas verde fluorescente. El cabello corto y gris plata, a fuerza de canas que no pretende disimular, es otro de sus sellos distintivos. Está claro que la jurista costarricense Alda Facio busca romper con los estereotipos de género.

Está más que claro, pero hay que decirlo porque si no la gente no se da cuenta. Hay quien dirá que Florencia de la V lo hizo mejor, afirmación errada: Florencia de la V sólo usa anteojos convencionales. Así que ya podemos dejar ese artículo de Rosa Luxemburgo y pasar de nivel:

…las mujeres tienen que hacer esfuerzos mucho más grandes para llegar a los mismos puestos y, una vez que llegan, se encuentran con que los hombres hacen arreglos políticos en los bares, jugando al golf, fuera del área del Congreso. Las mujeres, aunque tengan una empleada en su casa, tienen que administrar el hogar: se ha visto que las mujeres que están en cargos políticos no tienen la misma facilidad para ejercerlos que los hombres.

Llama la atención la valentía de la denuncia en medio del silencio general: los hombres hacen arreglos en los bares. Ya sé: Ud. no quiere creerlo; es muy, muy horrible. Y falta lo peor: ¡a las pobres mujeres no les dicen dónde queda el bar! O se reúnen en Los 36 Billares, pongalé, mientras a ellas las mandan a El Botín de Marito, que queda por Quilmes y encima se les rompió la heladera. Claro, uno no quiere creer semejante brutalidad, piensa que es sensacionalismo.

Y ellas por supuesto no hacen ningún arreglo, son básicamente incapaces. Inocentes como palomas, y casi igual de inteligentes, se desorientan las pobres; buscan, preguntan, miran para arriba con los papeles en la mano… En fin, miren, no quiero seguir porque en cualquier momento me compro unos anteojos turquesa y verde loro y rompo todos los estereotipos de género contra el piso de rabia.

Por supuesto: la empleada doméstica bien, gracias. Nuestra intelectual rompedora la ignora porque sin duda no es un caso representativo. Al fin y al cabo sólo sirve para lavar los platos.

Porque la gente muchas veces tiene miedo y cree que la igualdad significa tratar a las mujeres como si fueran hombres, y no se dan cuenta de que están partiendo de un estándar masculino. (…). La eliminación de la discriminación exige trato diferente para personas que están en posiciones diferentes.

Clarísimo. O sea: queremos igualdad, pero no que nos traten igual porque estamos en posiciones diferentes, o sea desiguales. Mmmhhhh… No, no, es así fijate: está el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia ¿viste? Y la verdad es que no nos pusimos muy de acuerdo sobre lo que queremos… O sea: sí, onda que queremos tipo que nos traten igual, pero no igual-igual sino con un poco de diferencia ¿Entendés? O sea que yo te voy a decir cuándo quiero que me trates igual y cuando quiero que me trates diferente… Zas! Ahí me tenés que tratar diferente! Y vos tenés que obedecer siempre si no querés ser un machista opresor. Pero ojo, tampoco me obedezcas siempre-siempre en todo porque me aburro ¿ubicás? Tenés que ser caballero y protegerme y todo, pero bueno, un poco guacho también… No, no, ojo, no te zarpes. O sea: tenés que hacer lo que yo quiero sin que te lo diga, pero tampoco siempre, porque la verdad no sé muy bien lo que quiero y me siento re molesta y me angustio no sé por qué pero NO ME BANCO MAS!!!!

¿Ves cómo sufro por la opresión?

II - Plato (quizás demasiado) fuerte

Hasta aquí puedo tomármelo con sorna. Pero lo que sigue ya no me deja así que ruego condescendencia:

–¿Cuáles son los delitos que afectan en mayor medida a las mujeres en la región?

Atenti con la pregunta, porque miren que da espacio como para explayarse con temas serios, no olvidemos que responde una “experta”:

–Todos los que tienen que ver con la violencia sexual, que van desde la violación hasta los piropos en la calle.

Sic, sic señoras y señoritas. La periodista, supongo que un poco alelada, pide confirmación:

–¿Los piropos?

–Son una forma de hostigamiento sexual que se vende más bien como si fuera algo bonito y bueno para las mujeres, pero que en realidad no deja caminar libremente: usted va pensando en su trabajo y un hombre pasa diciéndole piropos y la perturba y la saca de lo que tiene que hacer. Es una forma de agredir.

Sin darse cuenta esta mujer habla mucho de sí misma y su triste vidita. Lo malo es que en lugar de hablar por sí misma convierte su miseria en la voz de todas las mujeres y la defensa de sus “derechos”.

La periodista aún da otra oportunidad con la re-repregunta, a ver si la luminaria se da cuenta y aunque sea matiza un poco. En vano:

–¿Aunque el piropo sea lindo?

–Claro. Si les dijéramos frases bonitas a ellos no les gustaría. Casi siempre cuando una acción es unidireccional, no es buena para las mujeres…

Se me ocurren tantas acciones unidireccionales… que me las voy a callar todas.

III - La guerra del aquelarre

Ya sé que se leen estupideces todos los días, pero esto me parece especialmente dañino… y revelador de una hilacha muy larga. Creo que cualquiera se da cuenta: la condena al piropo no tiene por objeto eliminar aquello que perjudica las relaciones entre varones y mujeres, sino todo lo contrario: ataca justamente lo que conservan de bello y de bueno identificando pérfidamente ambas cosas, el piropo y el crimen. Un mensaje muy hijo de puta que no se espera ya ni de la boca del moralista más cavernario, pero está permitido para esta caterva de fascistas con pasaporte progre.

¡El piropo nada menos, que hay que ser miserable! El gatillo que puede disparar todas las aventuras, el comienzo de miles de historias, el lance desenfadado del deseo, la voluntad de romper la barrera que nos hace ajenos, el desafío y la invitación al juego más auténtico que podemos jugar. Esa poesía improvisada acaso es responsable de nuestra existencia. Y en el menor de los casos es el triunfo de la mujer, que se lo lleva en el aire con una sonrisa.

La pregunta de siempre: ¿maldad o estupidez? ¿Qué tanto de cada cosa se necesita para condenar el requiebro que dedica un varón a una mujer? ¿Y para publicar esa condena como si fuese digna de otra cosa que desprecio?

Qué pobre, pobre gente.

Así que esta reflexión va dirigida a las mujeres: a estas munificentes benefactoras que se arrogan su representación deberán agradecer lo que presiento está ya ocurriendo: varones mudos, queja ya oída en boca de algunas féminas. Pero ¿cómo sorprenderse si esta basura es el pan nuestro de cada día en Página/12 y otros varios medios?

Me preocupa la insulsa chatura, la falta total de belleza, la indigencia ética y estética que se propone desde la izquierda cultureta para las relaciones entre varones y mujeres. Y me temo que esto extravía a muchos. Varones que se creen emancipados de la religión no se atreven a enfrentar esta castración que les exige ser invisibles como tales; y muchas mujeres inteligentes, talentosas y bellas no tienen voz en los medios para repudiar el baboso halago del que son objeto por parte de estas ridículas brujas que se postulan como sus “defensoras”.

Están muy lejos de serlo. Esta chusma de resentidas, ignorantes y fracasadas constituyen un lobby para obtener todo lo que puedan del enfrentamiento con el varón, por eso es que en realidad no soportan ni quieren la menor igualdad. Por el contrario: plantean exigencias y “denuncias” sociales tan ridículas como contradictorias con el objeto de sancionar conductas y dictar reglas sin sujetarse al menor principio con la histeria típica de quien, habituado a la inmediata satisfacción de todo capricho, ya ni sabe qué es lo que quiere. Porque lo que quiere es nada. Para nadie.

Y es verdad que han logrado avances, pero ninguno en lo que concretamente está relacionado con la violencia o la explotación, temas que no les importan en lo más mínimo. Lo que exigen son leyes abusivas que generalmente impactan en la pequeña y gran burguesía (las “mujeres con empleada” de las que habla esta canalla), y siempre tienen que ver con la tenencia de los hijos como rehenes, el cobro de pensiones vitalicias, la explotación inmisericorde del ex marido y el odio infinito que sienten porque ningún varón en su sano juicio puede permanecer con ellas más de cinco minutos, a pesar del mandato social que obliga a ser caballeros y no decir en la cara lo que se piensa:

-A tu lado cualquier placer es imposible, porque sos horrorosa, aburrida y estúpida. Chau.

Sin embargo estas ventajas vienen con veneno: sólo se realizan en el conflicto y la enemistad, lo único que les interesa promover. El moralismo reseco del feminismo sólo ofrece a la mujer el paupérrimo halago de declararla una mártir cotidiana y señalar un culpable para todos sus problemas, reales o imaginarios: el varón. El resultado es un círculo vicioso de insatisfacción, tedio e incomprensión impuesto por este aquelarre de enanas mentales.

Este odio no se dirige tanto al varón como a la mujer que es capaz de ser feliz con un varón. La progresía feminista machaca una y otra vez con este mensaje torcido: cuanto más feliz sea la relación con el varón, tanto más merecerá para esta escoria el nombre de “sometimiento”. Varones y mujeres se declaran clases antagónicas en una caricatura tosca de marxismo transpuesto, “varón” y “opresor / agresor / violador” son sinónimos atávicos impuestos en el inconsciente social a fuerza de repetición acrítica.

Detrás de la condena al piropo se esconde una pérfida envidia hacia las mujeres que lo reciben, no por seguir las pautas de determinado modelo físico, sino simplemente porque nos gustan, falta que el resentimiento no puede perdonar. Para vaciar de piropos la calle (¿puede haber un propósito más bajo?) no pueden atacar a sus destinatarias, que la reacción de una mujer digna frente a esto no se haría esperar. Así que la emprenden con el varón, blanco mucho más accesible y dispuesto a creer que si una mujer habla con tanta soltura en nombre de todas y ninguna sale a desmentirla, entonces será eso lo que quieren: desterrar el piropo, el deseo y el placer equiparándolos de forma repugnante con el crimen y la violencia.

Y bien, el varón finalmente lo hace. Cierra Página/12 y en lo profundo de su ser se pregunta si no será un violador porque le gusta esa morocha de la mesa de enfrente. Y la morocha, que seguramente también ha recibido su dosis de bosta feminista diaria, lo mirará con la hostil desconfianza con que se mira a un esclavista ¿Hay que asombrarse? El tipo prudentemente calla su piropo, paga su café y se va. No se animará ya a encarar la aventura de una relación ¿Para qué? Hay demasiados riesgos. Hay un inconsciente social, una artillería legal y una agenda que esta horda de arpías ya impuso mezclando de la manera más sucia lo hermoso con lo bajo: el piropo es violación. Mejor no.

Y en medio de tantas catástrofes, de gente que muere y gente que mata, la desaparición del piropo no es algo frívolo y menor, es una pésima noticia. La noticia de un mundo al mismo tiempo violento y desabrido en el que la vieja moral asfixiante tiene ahora el estúpido nombre de “corrección política”. El arma eterna de la mísera, pequeña gentecilla que –como si nos faltaran problemas– quiere quitarnos eso que sólo podemos inventar. Si me disculpan que sea tan franco: hablo del amor.

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