Por una concreta solidaridad latinoamericana

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La tan proclamada solidaridad latinoamericana es en demasiadas ocasiones apenas una línea en un documento firmado en alguna reunión de cancilleres y/o presidentes, algo que queda bello y políticamente correcto pero que suele ser inocua a efectos prácticos. Como vemos en el cuadro de arriba, una nación hermana y amiga de este país como lo es Cuba, a la que nos une los lazos profundos de la Historia y que sufre un bloqueo absurdo y criminal desde hace 50 años por parte de la primera potencia económica y militar del mundo tiene una deuda externa con países de la región donde nosotros, lamentablemente, encabezamos –y por lejos- el ranking de los acreedores.

Cuba, luego de la caída de la ex URSS, perdió a su principal aliado estratégico, que le aseguraba las compras de su principal producto de exportación –el azúcar- a precios superiores al mercado y era abastecida a su vez de insumos esenciales, desde los militares a medicinas, a valores inferiores que cualquier otro proveedor pudiera ofrecer. Hoy, no sólo que aún depende en gran medida de la exportación del monocultivo –a pesar de los ingentes esfuerzos de la Revolución por diversificar el ingreso de divisas- pero a valores de mercado, sino que a raíz del bloqueo imperial para adquirir productos debe hacer en muchos casos maniobras de triangulación para evitarlo, resultando el precio final pagado el doble o hasta a veces el triple del original. Para que se den una idea de lo que significa el bloqueo: La isla es una gran productora de níquel, pero si una empresa de cualquier país del mundo exporta productos a USA que contengan ese material, debe demostrar que el níquel usado en el proceso productivo no es cubano, caso contrario, se vería expuesta a sanciones.

Hoy, Cuba esta sufriendo a raíz del bloqueo asesino del águila imperial una muy delicada situación y los países latinoamericanos no pueden permanecer indiferentes, librando a la isla a su suerte. En el caso argentino, el origen de la deuda está en un préstamo otorgado durante la gestión del Ministro José Ber Gelbard y que fue usado casi en su totalidad para comprar insumos fabricados aquí, entre ellos los automóviles Ford, empresa a la que nuestro país –en una valiente y destacable actitud- obligó por aquellos años a desconocer el bloqueo impuesto por su casa matriz siguiendo las directivas del Departamento de Estado. Con la ruptura del orden constitucional de 1976, no sólo la Dictadura rompió relaciones diplomáticas con Cuba sino que también se negó a vender los repuestos de aquellos productos que la isla había adquirido, dejando prácticamente inutilizado el parque automotor de origen argentino.

Es incomprensible que Argentina, que forzó a sus acreedores a aceptar una muy exitosa quita de su deuda externa que llegó casi al 75%, aún mantenga una acreencia de este tipo con una nación hermana con la que no solamente comparte lazos históricos sino que fue muy generosa con nuestros exiliados políticos, brindándole tanto a ellos como a sus hijos las mejores casas, colegios y trabajos, por no mencionar la cantidad de médicos y estudiantes que concurren en forma totalmente gratuita a las diversas especiales que dictan los cubanos. Y a pesar de sus dificultados, Cuba sigue siendo un ejemplo conmovedor de solidaridad, como su aporte al vital programa venezolano de salud “Barrio Adentro”, iniciado y diseñado por médicos cubanos. En definitiva, todos los países de la región tienen una deuda de gratitud y monetaria con la generosidad revolucionaria.

Nuestro país, que se encuentra negociando la deuda con el Club de París y lamentablemente, por lo poco que se ha dejado trascender, aceptando las condiciones de éste –lo que elevaría la deuda de US$ 6.000 millones a US$ 9.000- paradójicamente no extiende tamaña “generosidad” a quién sí debería ser beneficiaria de la misma; en algún momento, el ex Canciller Rafael Bielsa les propuso a las autoridades de la Revolución una quita del 75% sobre el total del monto + intereses, pero en mi humilde opinión y en vista de los antecedentes, creo que el paso a dar es condonar en forma total y definitiva esta deuda que ya no es tal. Y convencer a los otros países de la región a seguir el mismo camino, lo que no sólo aliviaría las finanzas de un país heroico y ejemplo de resistencia al Imperialismo sino que a su vez seria un fuerte gesto de respaldo hacia adentro del bloque regional.

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